:: El iPod más limpio del mundo ::
Hace unos años puse una carga de ropa a lavar y corrí a mi computadora a terminar unos pendientes del
trabajo. Estaba cerca del cuarto de lavado cuando comencé a escuchar unos ruidos muy fuertes que provenían del interior de la lavadora. Pensé que se había descompuesto y fui a ver que sucedía.
Para mi sorpresa, o más bien mi susto, descubrí que entre el agua, el jabón y la ropa estaba el iPod de mi
marido.
Ya se imaginarán mi miedo al ver lo que había pasado... ¿Cómo le diría a mi esposo? Mil ideas pasaron por mi cabeza: ¿lo escondo y lo doy por perdido? ¿Lo dejo en su cajón, que lo descubra y me hago la sorprendida? ¿Y si lo tiro a la basura? ¿Finjo que lo robaron? Todas me salvaban de ver su cara cuando le dijera que tenía el iPod más limpio del mundo.
Después de darle muchas vueltas, decidí enfrentar la situación. Una mentira es una mentira y si empezamos a usarlas en cosas pequeñas, se hace sencillo mentir en situaciones más grandes.
No fue nada fácil: me armé de valor y con cara de niña asustada le dije lo que había pasado cuando entró a la casa. Su reacción no fue tan mala como esperaba. Obvio no le dio gusto y seguro quería decirme varias cosas que no podría escribirles, pero se contuvo lo más que pudo y juntos buscamos como arreglar el problema.
¿Qué pasó con el iPod? Increíble pero después de estar unos días sin prenderlo, sirvió como si nada.
Si algo aprendí, aparte de revisar tres veces la ropa antes de lavarla, es que la verdad por más dura que
parezca, siempre es mejor y que no vale la pena poner en riesgo la confianza para salvarnos de una situación por más fea que ésta se vea.
Paola Gutiérrez
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