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:: Espos@s Desechables ::


“De recién casados todo es miel y dulzura” es una frase muy común que decimos a los nuevos esposos, pero la realidad es muy distinta, o por lo menos en mi caso y el de mi esposo así fue.

Entre los horarios de trabajo de ambos, aprender a hacer una familia distinta de la de nuestros padres, la economía y administración del nuevo hogar, el conocernos realmente al estar todo el día juntos, la pasta de dientes con tapa o sin tapa, el asiento del baño arriba o abajo, los hábitos para dormir: que si la ventana abierta o cerrada, con cobija o sólo sabana, los horarios de televisión, el despertador a las 5 am...

No lo tomen a mal, nos casamos muy enamorados y no podíamos esperar a comenzar una vida juntos. Pero la realidad es que no es fácil dejar de ser un yo para ser un nosotros, entender que somos parte del mismo equipo.

No hablo de perder tu individualidad ni de dejar de ser tú mismo, pero en un matrimonio es normal ceder en algunas cosas por el bien de ambos y de su familia. Más aún al pasar los años, cuando llegan los hijos y la relación de pareja es un poco más estable.

En la actualidad es muy triste ver como aumenta el número de divorcios. No hablo de los que se dan por problemas graves que requieren gran ayuda ni digo que debamos perder nuestra dignidad como personas, para esos casos siempre hay personas capacitadas que pueden orientarnos o ayudarnos.

Me refiero a aquellos que se dan porque no estamos dispuestos a ceder en nada, cuando no formamos una pareja real, cuando nuestra tolerancia es muy pequeña o nuestro orgullo muy grande, cuando no queremos pasar juntos la etapa de adaptación, cuando la palabra perdón no forma parte de nuestro vocabulario... Qué triste ver cada vez más personas que se casan con la idea de que: “si no funciona pues el siguiente”, “hay muchos hombres (o mujeres) “, “no lo necesito”, “seguro me va a ser infiel”, “para eso está el divorcio”...

La realidad es que nos casamos por voluntad propia, escogimos en qué mano pondríamos el anillo y cuando lo hicimos fue para tener un matrimonio no una boda, fiestas podemos hacerlas cualquier día.

Tomamos muy a ligera las promesas que nos hicimos, ese compromiso que adquirimos con nosotros mismos, con nuestra pareja y con Dios.

Yo no tengo el matrimonio perfecto ni la familia perfecta, en realidad no creo que eso exista.

Pero les puedo decir que he aprendido que un matrimonio duradero es aquel en el que el amor se demuestra y se cultiva desde los pequeños detalles, las responsabilidades se comparten, el espacio como esposos es esencial y el convivir en familia es imprescindible, pero sobretodo que hay que estar dispuestos a luchar cuando las cosas no van bien entre la pareja o cuando la vida les pone

pruebas que deben superar juntos.

La comunicación es esencial en la pareja. Da mucha flojera siempre escucharlo, ¡pero es tan cierto! Si no estamos acostumbrados a dialogar como esposos no podemos llegar a acuerdos, platicar las cosas que nos molestan, seguir conociéndonos, abrirnos, saber qué es lo que sentimos.

Si juntos tomamos la decisión de casarnos, juntos decidamos enfocarnos en los positivo de nuestro cónyuge y amarnos cada día.

Recuerda: los matrimonios maravillosos no son noticia, pero eso no quiere decir que el tuyo no pueda serlo.

Paola Gutiérrez

www.caminandojuntos.net

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