:: Cambios, cambios... ::
“A veces tuve miedo pero aprendí a volar... No me voy...” Cantó mi hija con una fuerza enorme y tan segura, con una sonrisa gigante en su despedida de kínder. Ella estaba más que feliz, se veía plena, viendo con ilusión esta nueva etapa, soñando ya con ser grande, con ser niña de primaria...
Y la realidad es que ¡ya creció! Me di cuenta entre gritos y aplausos, con lágrimas en los ojos, con mucha melancolía... La veo fuerte, ansiosa, lista para comerse el mundo, decidida a superar nuevos retos, un poco más independiente.
Yo nunca había sido una persona que llorara mucho, quien me conoció antes de ser mamá puede constatarlo. Se me hacia rarísimo cuando veía personas llorar por películas o por un festival del día de la madre... Pero desde que soy mamá, ¡es otra historia!
Cada uno de los logros de mis hijos, cada festival, cada etapa que avanzan me mueve todo, me hace la persona más sensible, me llena de una emoción indescriptible, una mezcla de felicidad y melancolía muy difícil de explicar, ¡me llena de lágrimas!
Y ese ser mamá al mismo tiempo me enfrenta a tantos cambios... La verdad es que la vida está llena de ellos. Es igual para solteros o casados, con hijos o sin hijos, grandes y chicos... Hay cambios para todos y no siempre es fácil enfrentarlos. Una mudanza, un nuevo trabajo, un jefe diferente, la graduación de un hijo, una boda...
¡Cómo cuesta cuando las cosas se salen de nuestro control, cuando no sabemos con exactitud lo que nos espera!
La realidad es que cualquier cambio da miedo, incluso los positivos. Esto es normal por que nos duele lo que dejamos, por que no sabemos a qué nos enfrentaremos, por que habrá cambios en nuestra rutina.
No quiere decir que no estemos emocionados o listos, o que debamos evitarlos, ¡sólo es parte de la transición!
La mejor forma de llevar un cambio es enfrentarlo, verlo cómo es, entender qué es lo que implica. Darnos cuenta que es necesario para crecer y desarrollarnos. ¡Es una parte natural de la vida!
Ante toda situación debemos luchar por ¡ser positivos! Enfocarnos en lo bueno de la nueva realidad que vivimos en lugar de verlo como un obstáculo o estancarnos en el pasado.
Acepta lo que sientes, pero no te quedes ahí. Toma la oportunidad que tienes de una nueva realidad.
No olvides que ni el estrés o la angustia que nos genera algo diferente nos hará crecer, pero sí el actuar y adaptarnos.
Cuando te sientas con miedo a algún cambio, piensa que ¡no estás solo! Apóyate en tu espos@, crezcan juntos, tómense de la mano.
Sobre mi hija, sé que pronto recordaré esta etapa de melancolía y me dará risa, que mi familia estará muy bien y mis hijos más realizados.
Por lo pronto, a vivir el presente, disfrutar cada momento con tu cónyuge, con tus hijos, con la gente que te rodea. “La preocupación no quita los problemas del mañana, pero sí las fuerzas de hoy”.
Paola Gutiérrez
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