:: Me alegro. Me estreso, me arrepiento. Me cuestiono... ::
¡Me alegra tanto ver a mis hermanas felices! Me siento dichosa de tenerlas y agradezco a Dios por eso y a mi madre porque nos enseñó siempre a querernos, a respetarnos, a cuidarnos unas a las otras, a no envidiarnos, a no insultarnos, a perdonarnos; simplemente a amarnos. Y así es, nos queremos mucho, nos apoyamos, nos reímos juntas, nos regañamos, nos pedimos consejo, volvemos a reírnos, cuidamos a nuestros sobrinos, platicamos, nos acompañamos... Somos amigas de sangre, y por eso sus alegrías son las mías, y hoy ¡estoy feliz por ellas! Le pido a Dios las bendiga siempre y nos conceda la dicha de seguir compartiendo, que nos ayude a permanecer unidas y que nuestros hijos construyan una bella relación entre ellos… Me estreso fácilmente: me estresa si los niños no hacen caso a la primera, si los chiquillos gritan adentro del coche, si me preguntan dos veces la misma cosa, si no recogen sus cosas, si no se acuestan a buena hora, si duermen poco y se ponen irritables al día siguiente y entonces mamá grita y se estresa de nuevo... Entonces me arrepiento, me remuerde no tenerles paciencia, me siento mal por no ser buena madre, porque grito, me desespero, me bloqueo y no los escucho. ¡¡¡Sólo quiero que obedezcan!!! ¡Que no se peleen entre ellos! ¡Que no lloren por todo! ¡¡¡Que coman bien, que no hagan tiradero, que no griten por favor!!! Pero y entonces, ¿ya no serían niños no? Serían pequeños adultos, y ¿a dónde se irían las ocurrencias? Y, ¿dónde quedaría la inocencia? ¿Y cómo descubriríamos la belleza y la grandeza de Dios en las cosas simples de la vida? Entonces, me arrepiento. Me arrepiento de no haberme esforzado un poco más, por no haberme bajado a su nivel y entender lo que sentían, y comprender lo que querían realmente. Y yo, sólo gritaba, como si con eso fuera a quedar todo solucionado; al contrario, mis acciones iracundas sólo dejan cicatrices en sus corazones que después pueden ser difíciles de reparar. Y me duele, me duele hacerles daño a los que más quiero, me da miedo pensar que por mi culpa a ellos les lastimarán estas heridas y me tendrán rencor por ser injusta. Y me siento mala madre, ¿qué ejemplo es éste que doy yo a mis criaturas? ¿Cómo pedirles que no hagan berrinche cuando yo misma no puedo calmarme? ¿Cómo exigirles autocontrol si no lo ven aquí en su casa? ¿Cómo ayudarlos a ser mejores si soy yo la que necesita ayuda? Y así me voy a la cama, decepcionada de mi misma, triste porque no pude darles lo mejor de mí el día hoy. Con ganas de hacerlo mejor mañana, con ganas de que mañana antes de perder la cabeza, recuerde mis palabras de hoy, recuerde que es válido equivocarse, que es de humanos cometer errores; pero que lo importante es no dejarse vencer, es levantarse, aprender y perdonarse para poder seguir adelante. Gracias Dios porque estás aquí, porque siento tu cariño que me da fuerza para poder continuar.