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"Dice el dicho..."


Somos un matrimonio con dos hijos jóvenes. Después de veinticinco años de matrimonio, todavía recuerdo las palabras de mi abuelita y de mi mamá que me decían: "Cuando el hambre entra por la puerta, el amor sale por la ventana". Por supuesto nos veían jóvenes, sin dinero, sin casa propia, sin futuro económico y se preocupaban porque nos íbamos a casar. El día de hoy puedo decir que primero, hambre como tal, nunca hemos pasado y sé que Dios es grande y tampoco la pasaremos. Necesidades sí... Hemos pasado crisis económicas y momentos en los que sentíamos que no íbamos a salir, ¡pero lo hemos hecho! Nuestro objetivo siempre fue claro: queríamos darles una familia unida, mucho amor y una educación de primera porque era la única herencia que les íbamos a dejar. Es por eso que decidimos buscar la manera de juntos luchar por este objetivo. No digo que ha sido fácil, de ninguna manera, pero el amor como pareja se ha dado y gracias a Dios es un amor que ha sido puesto a prueba innumerables veces y cada día es más fuerte. La familia es el gran regalo y el gran don que Dios nos ha dado, es el premio a la lucha y a la perseverancia en el amor. La educación de nuestros hijos se ha logrado hasta este momento y hoy veo en ellos jóvenes buenos, con valores y con un gran amor y respeto a la familia. Cuando el amor es verdadero, el "hambre" puede que entre por la puerta y con la lucha y el esfuerzo diario, ėsta se aleje. Pero cuando el "amor" se va por la ventana, es más difícil hacerlo regresar. Por estas razones creo que ese dicho que nuestras abuelitas decían solamente es real cuando no tienes bien claros tus objetivos, cuando no estás dispuesto a sufrir, cuando crees que todo es bonito y al primer problema piensas "mejor no lo quiero". Lo realmente valioso cuesta, duele e implica mucha entrega y compromiso; pero puedo decirte que la recompensa es grande.

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