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:: ¡¿¡Esperar 5 minutos?!? ::


El otro día estaba con mi esposo y mis hijos en una alberca llena de gente y muchísimo ruido. Cerca de nosotros había un niño que comenzó a llamar a su hermano, que estaba a una buena distancia de donde nos encontrábamos. Por supuesto, no había forma de que su hermanito lo escuchara, ¡la música y el ruido eran muy grandes! Pero el niño en lugar de dar unos pasos y acercarse a donde estaba su hermano, comenzó a gritarle cada vez con más fuerza, sin resultado... Después de varios intentos, se podía ver cómo el pequeño estaba frustrado, enojado, había perdido el control, no quedaba en él ni gota de paciencia... ¡Realmente fue sorprendente su cambio de ánimo! Pero lo que más me impresionó es saber que a ese pequeño no es al único al que esto le pasa... ¡Me hubieran visto a mí ayer intentando bajar un archivo de una página de internet con una conexión lenta! ¡Vivimos en una sociedad donde todo es inmediato! Nos hemos acostumbrado a que las cosas se resuelven rápido, las dudas se aclaran en nuestro celular al minuto, los mensajes llegan en un instante y la comida se calienta, o incluso se prepara, en segundos. Es increíble que tengamos tantas herramientas que nos ayudan a hacer más eficiente nuestro tiempo. El problema es que, esas mismas facilidades, nos han hecho creer que todo lo demás tiene que ser igual de rápido... ¡A veces una simple espera de 5 minutos nos parece eterna! Pensamos: «Dios mío, ¡dame paciencia! ¡Pero dámela ahora!». Así, con resultados inmediatos y de microondas. Empezamos un nuevo negocio y nos desmotivamos al ver que no hay grandes ventas en los primeros meses; vamos al gimnasio y lo dejamos porque no hay resultados a los quince días; nos desesperamos cuando ayudamos a nuestros hijos con su tarea porque no entienden a la primera; ¡no tenemos incluso paciencia para hablar con nuestro espos@ de los problemas que tenemos en nuestro matrimonio! La paciencia es la tranquilidad para esperar. Es además tener una buena actitud mientras esperamos, saber tomar las cosas con calma. Es esa actitud que nos prepara para aceptar los contratiempos y problemas. Muchas veces el matrimonio y la vida familiar se convierten en una verdadera prueba para nuestra paciencia. No me lo tomen a mal, pero es una realidad que la rutina y estrés diario hacen que el mínimo detalle que no nos guste en casa, nos haga estallar y reaccionar de una manera de la que después podemos arrepentirnos. ¡No nos adelantemos, no juzguemos a quienes nos rodean! Seamos incluso pacientes con nosotros mismos, démonos tiempo para crecer, para madurar. ¡Podemos evitar tantos problemas cuando somos pacientes! Cuando sintamos que estamos por perder el control no olvidemos detenernos, pensar en lo realmente importante, respirar de forma profunda antes de actuar o incluso alejarnos un poco para calmarnos. Todo llega a su tiempo. Las personas no cambian de un día para otro, nosotros mismos pasamos por un proceso. Hay cosas que se postergan y tenemos que aceptarlo. La realidad es que sólo tenemos este momento. Recuerda: no te des por vencido cuando no veas resultados, las cosas que realmente valen la pena siempre toman su tiempo.

Paola Gutiérrez

www.caminandojuntos.net

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