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:: Pasesito, ¿un fenómeno aislado? ::


La sociedad mexicana se encuentra consternada –y con mucha razón–, por el nuevo “reto” lanzado en las redes sociales llamado el “pasesito”. Éste consiste en meterse un “pase” de cocaína frente a una cámara, y subir el video a Internet. Claro que esta invitación puede hacer presión sobre algunos jóvenes inseguros para drogarse por primera vez. Pero estoy convencido de que la mayor parte lo hará con bastante experiencia previa. Comentando este fenómeno, una mamá me miró con aire de preocupación el día de ayer y me dijo: «Padre, ¿qué le parece lo del “pasesito”? ¡Es una aberración! ¿No van a hacer algo para advertirles a los papás de la escuela para que estén atentos?» Efectivamente, son los padres de familia los primeros interesados en defender a sus hijos de este peligro. Pero lo que hoy hiere tan fuertemente nuestra sensibilidad, ¿lo hará también mañana? Hoy, sí, puede ser que los padres estén atentos y se horroricen al ver a sus hijos o a los amigos de ellos, drogándose frente a una cámara. Pero surgen en mí algunas preguntas acuciantes: Esos mismos padres que ahora se escandalizan, ¿no son los que hicieron la vista gorda cuando su hijo de secundaria llegó por primera vez borracho? ¿O los que por indolencia o “falta de tiempo” permitieron que se sirviera alcohol en la fiesta de su hija adolescente? ¿No son los que, con tal de quitarse el problema de lidiar con un rostro alargado o con algunos minutos de llanto, daban a sus hijos pequeños todo cuanto les pedían? ¿No son ellos los que aún hoy les dan dinero a sus hijos –a veces demasiado–, sin pedirles cuenta alguna? Padres de familia, no esperen a que sus hijos se “metan el pasesito” para actuar. Comiencen hoy. La emergencia educativa que estamos viviendo es real y apremiante. Sus hijos han de ser una prioridad. Dedíquenles tiempo, más del estrictamente necesario. Los niños, sin importar la edad, necesitan sentirse queridos por cada uno de sus padres. Un padre de verdad, sabrá exigir a sus hijos todo lo que haga falta, aunque lloren, pataleen o se enojen. Un padre exigente –por amor y con amor– es un padre presente. ¡No los dejen huérfanos en vida! Su principal foco en la educación ha de estar en la siembra de los valores. Porque hoy podrán protegerlos del “pasesito”, pero mañana tendrán que afrontar ellos solos muchos peligros que ni tú ni yo llegaremos a conocer, y lo único que definirá su victoria o derrota serán los valores que hayan quedado encarnados en sus corazones. Como dice una frase: «Hijos sin dolor, padres sin amor». No teman exigir de sus hijos lo mejor. Háganlo con delicadeza, cariño y respeto, pero sin miedo.

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