:: Súper mujeres ::
Les voy a ser sincera, para escribir este artículo me pasó algo muy gracioso: empecé a escribir muchísimos... Escribía y escribía y, cuando me daba cuenta, ¡ya estaba en otro tema! Así que comenzaba con otro artículo, varias veces. ¡Mi cabeza con mil una ideas que compartirles y no podía concretar ninguna! ¡Y es que así vivimos! Con miles de actividades al mismo tiempo, corriendo de un lugar para otro, buscando estar presentes para nuestro esposo y nuestros hijos, para los amigos, para la familia... Queremos hacer de todo: ser la esposa y la mamá del año, ser las mejores en cada actividad en la que nos involucramos, ser la número uno en el trabajo, estar disponibles para quienes nos necesiten y presentes en todos los eventos. Nos pasa incluso que tenemos 4 compromisos distintos al mismo tiempo y queremos estar en todos. Pasamos horas en el coche y minutos en cada lugar para sentirnos presentes, todo esto mientras estamos en la conversación del celular con nuestro grupo de amigas y cuidamos a los niños, ¡vivimos en una carrera constante! Y eso no es todo... No se trata sólo del lugar en donde estamos... Si alguien entrará a nuestra cabeza, ¡seguro se asustaría! Estamos pensando en la plática que tuvimos con nuestro esposo en la noche al mismo tiempo que resolvemos el problema del trabajo, mientras decidimos qué comprar para el proyecto de nuestros hijos, recordamos que necesitamos meter la ropa a la lavadora y pensamos en cómo ayudar a nuestra amiga en el conflicto con su esposo... ¡Entre otras cosas! Y, ¿por qué no? Tenemos la habilidad de hacer varias cosas a la vez, somos perfectamente capaces de hacerlo, somos «multitask», somos mujeres, ¡somos súper mujeres! El problema es que llega el momento en que, aunque no lo queremos, le fallamos a alguien o quedamos mal en alguna actividad. Ese momento en que nuestro tiempo no da para más, cuando nos cansamos, cuando estamos exhaustas, cuando las cosas se salen de nuestras manos, cuando estamos en todo y en nada... ¡Y es entonces cuando nos damos cuenta de que somos humanas! Somos tan humanas como los que nos rodean... Tenemos virtudes sí, pero también tenemos errores y defectos, nos agotamos y la verdad es ¡qué no podemos con todo! ¡Qué fuerte realidad! Pero aceptarla es parte de crecer, de relajarnos, de dejar a un lado ese hacer por hacer las cosas y darle un sentido real a cada actividad que tenemos, ¡pensar antes de actuar! Sé que hay muchas responsabilidades y cosas por hacer que no podemos dejar a un lado. ¡Disfrutémoslas! ¡Sí! Encontremos algo positivo en ellas, estemos conscientes al hacerlas, ¡igual tenemos que cumplirlas así que cambiemos nuestra actitud y nuestra forma de verlas! Y en lo que es opcional, escojamos 2 o 3 cosas con las que nos comprometamos de verdad, en las que podamos apoyar al 100%, ¡proyectos que logremos terminar y en los que hayamos dado todo! ¡Seamos un poco como los niños de 2 años! Aprendamos a decir «NO». Antes de comprometernos con algo, pensemos en si va con nuestras prioridades, si nos ayuda como personas y familia, si somos realmente capaces de dar de nuestro tiempo, ¡si seremos capaces de cumplirlo! No nos convirtamos en mujeres con actividades y proyectos a medias o mal hechos. ¡En robots que hacen las cosas por rutina! Respiremos, sí respiremos de verdad. Tomemos un minuto de nuestro ocupado día para simplemente admirar lo que tenemos a nuestro alrededor, para jugar con nuestros hijos, para estar con nosotras mismas, ¡para agradecer y valorar lo mucho que tenemos! Apoyemos a las mujeres que nos rodean, pero no sólo con ayuda sino sin criticarlas sin juzgarlas, sin hablar a sus espaldas, valorando su trabajo, ¡todo su esfuerzo! ¡Ellas también son súper mujeres y luchan por serlo cada día! Y a nosotras mismas, ¡no nos exijamos tanto! Olvidémonos de reprocharnos por las noches porque no estuvimos más tiempo con nuestro marido o disfrutamos más con nuestros hijos, ¡hay que dar lo mejor de nosotras en cada momento y sentirnos felices con lo que logramos! Recuerda, lo más importante es que hagamos todo, hasta las cosas más pequeñas, por amor. Paola Gutiérrez www.caminandojuntos.net