:: El Lenguaje del Cuerpo ::
Sigamos con el tema del artículo anterior. Estábamos hablando acerca de la importancia de conocer cómo viven el varón y la mujer el acto sexual. Pues bien, ya vimos una parte del tema, pero no hemos visto otro aspecto por demás interesante: En el acto sexual el hombre sale de sí mismo, se entrega saliendo de sí mismo. Así está hecho el cuerpo del varón. La mujer, en cambio, se entrega recibiendo al varón, acogiéndolo en su interior. Esto no es indiferente. ¡Es sumamente significativo y además bellísimo! Nos habla de lo que somos como personas. Pensemos por un momento lo que el cuerpo del varón dice de él y lo que el cuerpo de la mujer dice de ella… En la dimensión del amor, parece que el varón también se entrega conquistando. Lo suyo es conquistar, no aplastar. Conquistar que significa luchar por el amor de su amada. Pelear por ella cueste lo que cueste. Sacrificarse con tal de que ella esté bien, sea feliz. Conquista que significa también sumisión: estar rendido por ella. Por eso el hombre se dedica a cortejar, a invitar, ¡a dar rosas! ¡Y eso no es ñoño ni pasado de moda! ¿A qué mujer no le gusta que le den flores? ¿A qué mujer no le agrada ser tratada con respeto; ser mirada con amor verdadero? La mujer goza y se entrega recibiendo el regalo del varón. Su ternura, sus detalles, su cariño, sus flores… se deja conquistar. Este no es un acto pasivo, ¡no! Ella decide, tiene el control; el hombre lo sabe. Y cuando dice sí al amor, lo acoge en su interior, lo guarda como el don más preciado; lo reflexiona, lo transforma, lo humaniza. Y junto con ese don, acoge al hombre de su vida. Lo recibe en su interior. Le da un nuevo significado a su nombre, un nuevo destino, una nueva razón de vivir. Sin la mujer el varón no tendría a donde ir. Sin el varón, la mujer no tendría a quién acoger. ……….. Esto no quiere decir que el varón no pueda recibir de la mujer, o que la mujer no sea quien inicia la conquista. Esto es posible, claro está, simplemente el modo de amar parece ser distinto. Y este modo de amar está nada más y nada menos que encarnado en el cuerpo. Cuerpo que es imagen visible, de lo invisible. Cuerpo que habla de masculinidad, de feminidad, de complementariedad, de entrega, de amor, de comunión, de plenitud. Cuerpo que tiene un lenguaje desde toda la eternidad.