:: Y la vida cambia… ::
Hace unas semanas recibí la noticia que el esposo de una amiga tendría que irse a vivir a otra ciudad por cuestiones de trabajo. Cuando ella me lo platicaba lloraba desconsoladamente, tenía miedo de enfrentarse a una nueva etapa de su vida en su matrimonio y en su familia. Pensar en estar sola con dos hijos adolescentes, trabajo, responsabilidades, colegios… Sentía que el mundo se le venía encima. Cuando ella me platicaba, además de pensar en todas las cosas que ella tendría que hacer, pensaba en su matrimonio. El estar separados no debe ser nada fácil. Sinceramente yo no le veía nada positivo a este cambio. Entiendo que se necesita trabajo para poder mantener a una familia, pero de verdad me daba muchísimo miedo cómo podrían reaccionar ante esta situación los niños y la dinámica entre ellos dos como pareja. ¡Qué lección tan grande de valentía y amor me dio mi amiga! Unas semanas después del cambio, le llamé para ver cómo estaban todos creyendo que me diría que todo iba mal, que ya no aguantaba,… Me dio una sorpresa muy diferente a lo que yo esperaba. Estaba triste, ¡claro! Extraña a su marido, la soledad, sobre todo en las noches (como ella dice) es dura. Pero vino algo bueno, ellos dos a pesar de la distancia están más unidos, más compenetrados. Son un verdadero apoyo el uno para el otro. Escuché en sus palabras un tono de complicidad entre ella y él que hacía mucho no oía. ¡Ella tiene paz interior! Sabe que la situación no es fácil, pero ahora cada uno de ellos realmente está valorando al otro tal cual es, con todas sus virtudes y sus defectos. ¡No esperemos a que la vida nos de un cambio tan fuerte para valorar a nuestr@s espos@s! Amémonos y aceptémonos tal cual somos… Al final, por algo los elegimos como nuestros compañeros de vida. Gracias a mi amiga por permitirme estar cerca de ella durante este tiempo y darme una gran lección de vida. Rocío López