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:: ¡¿¡Qué mundo es éste!?! ::


«¡Pero qué mundo el que les tocó a nuestros hijos!» «¡Qué mal está la época en que vivimos!» «¡Cada vez estamos peor!»... Son estos y muchos otros comentarios los que aparecen en nuestras conversaciones del día a día. Comentarios desalentadores, negativos, que dejan un sentimiento de frustración... Vemos nuestro Facebook y Twitter llenos de artículos y noticias que dejan sin aliento, opiniones contrarias, divisiones en todo sentido... Si apoyas cualquier cosa: ¡estás mal! Si estás en desacuerdo, ¡también! Y sí, en el mundo hay muchos problemas, ¡demasiados! ¡Muchos retos que enfrentar como personas, como padres, como familias! Lo que menos quiero es justificar algo, ni entrar en cuestiones políticas, de países, de religiones... Sólo quiero compartirles unas reflexiones: Vivimos preocupados por todo lo exterior y buscamos arreglar el mundo, damos opiniones, soluciones a los conflictos más complejos de todos los países y, de paso, a los de otra gente... Pero en ese camino, se nos olvida lo más importante: ¡no nos esforzamos por ser mejores personas! ¡No educamos y formamos a nuestros hijos! ¡Dejamos a un lado el amor! Seamos sinceros, la manera real en la que podemos aportar nuestro «granito de arena» para minimizar lo «mal que está el mundo» es trabajando en nuestro hogar, con las personas que nos rodean, en nuestro día a día, sembrando amor y sonrisas a donde vamos. ¡Empecemos en casa! Disfrutemos que estamos juntos, escuchemos para aprender y comprender. ¡Tengámonos paciencia! Cuando sepamos que alguien tiene un problema, que está pasando una situación difícil, que hay una enfermedad cercana, que su matrimonio está en riesgo, que se enfrenta a complicaciones en su camino... ¡Brindémosle ayuda! No estemos criticando o juzgando a los demás, no hablemos mal de los otros, ¡digamos y hagamos cosas positivas! ¡Respetemos a los que están a nuestro alrededor! Aunque no compartamos sus ideas, crezcamos con nuestras diferencias, ¡aprendamos de quienes son distintos! Dejemos a un lado el rencor, el «si me haces, te hago», el buscar lo negativo de cada situación. ¡Alegrémonos con las buenas noticias de los otros! En lugar de preocuparnos por el mundo que les va a tocar a nuestro hijos, pensemos qué hijos vamos a dejarle al mundo. Sé que suena a un sueño, pero si cada uno hiciéramos estos cambios en nuestra vida, ¡estoy segura que nuestro mundo sería otro! ¿Comenzamos por nosotros? Paola Gutiérrez www.caminandojuntos.net

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