:: Una Nochebuena sin planes ::
Navidad... Esa hermosa época del año en la que se comparte de forma maravillosa con toda la familia, la casa se llena de luces y adornos, comemos una cena gigante y deliciosa, todo como si fuéramos parte de una película. Pero esto no siempre es cierto...
El año pasado tuvimos una época navideña llena de trabajo: ¡no descansamos ni el 24 de diciembre por la tarde!
La verdad es que, por más que queríamos festejar en grande, ¡no podíamos de cansancio!
Así que decidimos quedarnos en casa... Con niños chiquitos sonaba a muy buena opción. Hicimos una invitación abierta a quien quisiera venir a disfrutar la velada con nosotros o, incluso, a quien quisiera pasar a saludarnos.
¿La cena? No hicimos nada maravilloso... Mis hijos adoran el espagueti, así que cuando les preguntamos qué querían cenar no dudaron en escogerlo. Y para los papás, unos baguettes exquisitos que no tomó gran tiempo hacer (ni limpiar la cocina).
Si les soy sincera, no le había dado gran importancia a pasar así la Nochebuena, pero cuando llegó el día sí me empecé a sentir un poco triste... ¡Estamos acostumbrados a grandes festejos y familias extendidas cada año!
Para mi sorpresa, llegó la noche del 24 y ¡fue una de las mejores navidades que hemos pasado!
Recibimos una gran cantidad de visitas que no esperábamos, nuestros hijos estaban más que ilusionados y felices, partimos un pastel para El Niño Dios, nos reímos mucho y disfrutamos con todas las personas que nos quieren.
Para las 12 de la noche ya estábamos sólo los 5, así que nos sentamos alrededor del nacimiento y escuchamos a nuestros hijos pequeños dar las gracias y brindar sus oraciones al pequeño bebé que es la razón de esta fiesta.
Por iniciativa de nuestros hijos, dejamos en el árbol un biberón con leche para El Niño Dios: «por qué es un bebé mami», así como unas galletas para sus papás.
Estuvimos platicando con ellos un gran rato, disfrutando como familia, conociéndonos un poco más y olvidándonos de todo lo que nos distrae de lo verdaderamente importante de esta fecha: ¡EL AMOR!
Por supuesto no es algo que vayamos a hacer cada año, ¡celebrar con la familia en grande es hermoso! Pero si algo cambió en nosotros es el centrarnos en el verdadero significado de este día.
Los invito a que en estas fechas, ¡nos tomemos un respiro!
Es horrible que pensamos en Navidad y se nos vienen a la cabeza las miles de cosas que tenemos que hacer, los regalos que tenemos que comprar, los adornos que hay que poner (y después guardar), las discusiones con el esposo por ver donde pasaremos la cena,...
Sé que no podemos dejar todo a un lado, pero sí podemos darle la debida importancia a cada cosa.
Reflexionemos, agradezcamos todo lo que tenemos y reconozcamos lo que debemos cambiar, volvamos a ser niños para vivir esta fecha con gran ilusión. ¡Abramos nuestro corazón a Dios!
Les aseguro que una vez que lo vivan así, ¡ninguna Navidad será igual!
Paola Gutiérrez www.caminandojuntos.net