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:: Año nuevo, ¿vida nueva? ::


Hace unos días estaba en un gran supermercado y comencé a observar lo que las personas llevaban en sus carritos. Además de mucha comida, era muy gracioso ver qué había en ellos toda clase de cajas, contenedores y archivos para organizar.

¡Pues claro! Pronto empezaríamos un nuevo año. Pasa lo mismo cuando intentas ir a un gimnasio en los primeros días de enero: tienes que esperar un buen rato para poder utilizar cada aparato por la cantidad de gente que hay.

Así sucede cada año nuevo, nuestra lista de propósitos es inmensa: hacer ejercicio todos los días, comer saludable (¡aceptémoslo! lo necesitamos después de estas semanas de fiesta), ahorrar, ser más organizados, hacer ese proyecto que tiene años guardado,...

¡Cada inicio de año estamos convencidos de que esta vez será distinto! ¡Qué sí los cumpliremos! El problema está en que para fines de febrero ya nos habremos olvidado de todo y regresamos a nuestros viejos hábitos.

¿Qué podemos hacer para que esto no nos suceda?

Uno, de los 45 propósitos que nos pusimos el 31 de diciembre, escojamos sólo los 2 o 3 más realistas e importantes. Si nos proponemos cambiar un gran número de cosas, será realmente difícil cumplirlos.

Los aspectos a mejorar se cambian poco a poco, no somos otras personas de un día a otro. Si quieres dejar el azúcar, comienza bajando su consumo; si quieres correr un maratón, comienza trotando unas cuadras...

Podemos comenzar con pequeñas metas diarias que nos ayuden. No seremos «más positivos» o «más pacientes» de la noche a la mañana, pero es posible ir mejorando cada día.

Ser mejor persona, cumplir nuestros propósitos requiere de esfuerzo, fuerza de voluntad y el concentrarnos en ese cambio.

¡Enfoquémonos en nuestro progreso en lugar de la meta! Cuando empecemos a desanimarnos, regresemos atrás y veamos lo mucho que hemos avanzado en lugar de lo mucho que nos falta.

¡No olvidemos escribir nuestros propósitos en un lugar donde sean visibles! Un post it, pegarlos en el refrigerador, recordatorios en el celular... La idea es tenerlos presentes y seguir en la lucha.

Los propósitos pueden ir más allá de lo típico. ¡No dejemos a un lado nuestro matrimonio y familia, así como nuestra vida espiritual! Es en estas áreas donde vale realmente la pena emprender un cambio y donde todo se ve mejor recompensado.

Tiempo de calidad con la familia, la famosa «cita semanal» con nuestro marid@, las tardes de juegos sin celular con los hijos, mayor tiempo de oración... Son sólo algunos ejemplos de excelentes propósitos.

Recuerda, el éxito es la suma de pequeños esfuerzos que se repiten todos los días. ¡No te desanimes!

¡Feliz año!

Paola Gutiérrez www.caminandojuntos.net

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