:: Y entonces, dejé de trabajar... ::
Antes de casarme trabajaba turnos completos: por las mañanas en un colegio donde las niñas eran mi vida y mi pasión y por las tardes dando clases de regularización.
Aún recuerdo esos días en lo que peinaba, curaba labios partidos por el frío, arreglaba peleas por una pluma....
Cuando nació mi primer niña, tuve que tomar la difícil decisión de renunciar a mi maravilloso trabajo para estar con mi hija. Jamás voy a olvidar las palabras de cariño y comprensión de la directora: "Esta renuncia te está costando muchísimo, es una decisión 49-51%. Ten calma, Dios sabe lo que hace y cuando lo hace."
¿Me arrepiento de esa decisión? ¡JAMÁS! El ver crecer a mis hijos día a día ha sido el privilegio más grande del mundo.
¿Extraño mi trabajo? ¡COMO LOCA!
No ha sido fácil dejar de ser la persona que desde temprano está arreglada, que va y viene rápidamente, que llega a su casa y la comida, la ropa y todo está listo para ser yo quien se tenga que encargar de que todo esté en orden y a tiempo. Es un gran cambio.
Aún con todo el cansancio, lo tedioso y aburrido que puede llegar a ser, no cambio esa decisión por nada.
Le doy gracias a Dios y a mi marido que, aún a tiros y tirones, vamos saliendo adelante teniendo el gran regalo de estar cerca de mis hijos en todo momento.
Rocío López www.caminandojuntos.net