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:: Silencio y matrimonio ::


Recuerdo hace unos años que estaba en la cocina con mi celular revisando Facebook. Los niños ya estaban dormidos, yo había terminado mis pendientes y estaba agotada. ¿El problema? No recuerdo la razón ni el por qué, pero había tenido una discusión con mi esposo. De esos desacuerdos que te dejan sin ganas de verlo o tenerlo cerca. Por más mal que estuviera, mi orgullo no me permitía subir a arreglar las cosas, a aceptar mi parte, llegar a un acuerdo y descansar tranquilos... ¡Qué peligroso es cuando el orgullo es quien rige nuestras decisiones! Cuando anteponemos nuestro ego en lugar de buscar la paz en nuestro hogar, cuando nos llena la soberbia y no nos importa nada con tal de tener la razón. Llegamos incluso a preferir el silencio, la indiferencia, el sentirnos mal... Cualquier cosa menos ser el primero en ceder y cambiar de actitud. Por supuesto que actuar así llega a dañar todas nuestras relaciones sociales. Pero hoy nos enfocaremos en esa forma de actuar en nuestro matrimonio. ¿Por qué nos cuesta tanto que nuestr@ espos@ tenga razón? ¿Por qué dejamos que sea el orgullo el que guíe nuestras acciones? ¿Por qué no queremos dar «el primer paso»? Nos molesta algo y «dejamos de hablarle» a nuestr@ espos@. Creemos que eso le hará entender nuestra posición, le ayudará a comprendernos por arte de magia. Y la realidad es que sólo estamos haciendo el problema más grande, más complejo. En el silencio dejamos entrar la indiferencia en nuestra familia y, lo peligroso de ésta es que el camino al amor se hace cada vez más lejano. Decidimos seguir nuestra vida como si no quisiéramos que nuestr@ espos@ sea parte de ella. Estamos enojados y creemos que esa distancia nos hará sentir mejor, pero estamos equivocados... Actuamos de forma tan contraria al amor, que es imposible que esas acciones nos den la paz que tanto necesitamos. Sabemos que la comunicación es de lo más importante en el matrimonio. Lo hemos escuchado desde siempre, ¡no tenemos duda de ello! Pero al momento de un desacuerdo con nuestro cónyuge, dejamos de escuchar para entender al otro y nos dedicamos a oír para responder, para alegar, para imponer nuestras ideas y puntos de vista... Guardamos tanto rencor y resentimiento que explotamos por el más mínimo detalle. Ponemos una barrera que creemos nos evitará el salir heridos. Vivir a la defensiva es también uno de nuestros grandes errores. Sentimos que cualquier palabra que dice nuestr@ marid@ es para afectarnos, para agredirnos, para señalar nuestros defectos... ¡Tomamos todo tan personal! No dejemos a un lado el tono de nuestras palabras, nuestra forma de decir las cosas. Es muy sencillo hablarle lindo a los demás, pero cuando se trata de la persona que más amamos se nos hace fácil el hablarle fuerte, el herir con palabras. ¿Sobre mi historia? Al final decidí dar el primer paso y acercarme a mi marido. No fue sencillo, pero valió la pena. Lo más gracioso es que años después no recuerdo por qué era el problema. Sólo esa sensación de tranquilidad, el trabajar como equipo y la decisión que tomamos juntos. Aprendamos a solucionar los problemas a tiempo, no caigamos en un egoísmo excesivo, no creemos barreras entre nosotros, trabajemos como equipo. Aprendamos a perdonar de verdad, de raíz, de corazón. Recuerda: cuando el orgullo grita, el amor calla. Hagamos que sea el amor quien guíe nuestra vida. Paola Gutiérrez www.caminandojuntos.net

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