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¿En la forma de pedir está el dar?


Hace unas semanas se descompuso una consola de juegos de los niños que habíamos comprado hacía menos de 2 meses. Después de interrogar a mis hijos y darme cuenta que no había sido su culpa, comencé a estresarme al pensar en la cantidad de requisitos y tiempo que nos llevaría el hacer efectiva la garantía. Llegué algo molesta con la situación a donde estaba mi esposo y le dije: «Mañana tendremos que ir a pelearnos a la tienda». Mi marido se me quedó viendo y me contestó: «No vamos a pelearnos, pediremos el cambio de buena forma y nos darán uno nuevo». El comentario no me encantó en el momento pero, cuando estaba calmada, entendí su punto. ¿Por qué vivimos predispuestos a exigir o pedir de mala forma las cosas? ¿Por qué creemos que el gritar o pelear garantiza que nos van a escuchar? Vivimos a la defensiva, pensando que los demás buscan afectarnos o dañarnos y actuamos como si estuviéramos en una guerra en la que gana el que más grita, el que más exige, el que más ofende. Pero lo que no nos damos cuenta es que cuando pedimos las cosas de mala manera obtenemos solo lo básico, quizá y si tenemos suerte, lo justo. Y lo peor es que en esa guerra los que más salimos afectados somos nosotros: con estrés, con mal humor, con problemas enormes que pudimos hacer evitado. Se nos olvida que un buen tono de voz acompañado de una buena actitud nos abre tantas puertas y, lo mejor de todo, nos hace sentir bien y nos evita «dolores de cabeza». Claro que es importante el saber pedir lo que necesitamos. ¡Pero debemos hacerlo de la forma correcta! Con buen tono, sin exigir, de forma asertiva, con paciencia y prudencia. ¡El tono de voz es tan importante! Y más el usarlo con todos los que nos rodean, especialmente con nuestra familia. Es con nuestro esposo, con nuestros hijos, en nuestro círculo más cercano donde más debemos trabajar en ese saber pedir las cosas. Los sentimos seguros, son nuestra familia, así que muchas veces perdemos el control y exigimos lo que queremos, a nuestra manera, sin pensar en ellos. Una sonrisa, una frase amable, un tono de voz suave... ¡Son pequeños detalles que pueden hacer una gigante diferencia! La próxima vez que necesites algo, intenta pedirlo de buena forma. Te aseguro que te sorprenderá lo mucho que obtienes y lo bien que te sientes. Recuerda, las palabras amables convencen mucho mejor. Paola Gutiérrez www.caminandojuntos.net

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