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:: Mi esposo no me ayuda ::


Estando en un desayuno con varias mamás de niños pequeños comenzamos a platicar de lo pesado que es ser mamás, de la cantidad de cosas que tenemos que hacer cada día, de lo exhaustas que estamos...

Una de las mamás que estaba ahí comenzó a opinar y, en ese momento, la interrumpió otra señora y le dijo: «Pero a ti te ayuda tu marido».

Es de esos comentarios que había escuchado muchas veces, la típica queja de «mi esposo no me ayuda», pero ese día le di un sentido muy diferente al entender lo equivocada que está esa idea.

El problema es que no hemos entendido que no es que «me ayude» o que «yo le ayudo», sino que todo es de los dos, que somos apoyo el uno del otro, que compartimos tareas e intereses. ¡No nos hemos dado cuenta que somos parte del mismo equipo!

Como en todo, el matrimonio es un juego donde hay reglas que todos debemos seguir: el respeto, la fidelidad, la confianza, el perdón, la decisión de amar...

Pero la mejor parte es que, aparte de éstas, nosotros podemos poner las reglas del juego que queremos vivir en nuestro equipo, en nuestra familia.

Es momento de sentarnos con pluma y papel y ponernos de acuerdo con nuestro cónyuge en las responsabilidades que compartimos.

Platicar, platicar y platicar sobre lo que esperamos y lo que queremos lograr como familia, como padres, como esposos, como seres humanos.

Dividirnos las cosas que tenemos que hacer para lograrlo, poner estrategias, definir nuestra forma de actuar. Comenzar a «ayudarnos» de verdad y a asumir cada uno nuestra parte.

En todo esto, no olvidemos que hay responsabilidades que son de ambos, específicamente: los hijos.

Ambos somos sus padres y ambos debemos estar ahí para formarlos, para atenderlos, para disfrutarlos mientras están con nosotros.

«Cada familia es un mundo». Lo que funciona en un matrimonio puede no ser la mejor decisión para otro.

Las circunstancias específicas de nuestro matrimonio, las de nuestros trabajos, el tiempo, el carácter, nuestra realidad económica, nuestra educación.... ¡Todo influye para definir nuestro modo de cooperar y ser un equipo!

Lo que funcione para tu familia es lo correcto mientras todos estén de acuerdo y trabajando en conjunto.

Así que evitemos esas comparaciones que más que ayudar nos hacen mucho daño y enfoquémosnos en nuestra realidad.

Da mucha flojera, ¡lo sé! Pero no se vale vivir quejándonos de nuestr@ espos@ con los demás y no hacer algo al respecto.

Decidamos juntos lo que va a funcionar para nosotros, lo que nos hace sentir bien a ambos y, por lo tanto, a nuestros hijos.

Recuerda: en un matrimonio, somos un equipo. Se trata de apoyarnos en lo que al otro le hace falta, de encontrar ese equilibrio en el que ambos podamos sentirnos completos y felices.

Paola Gutiérrez

www.caminandojuntos.net

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