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:: El amor no se refrigera ::


El amor que no se cuida, se acaba. No se puede meter al refrigerador de la indiferencia. ¡Es algo tan delicado que siempre le hemos de dar nuestras mejores atenciones!

Desde el día del primer flechazo, hasta el de la propia muerte, el amor debe estar en constante desarrollo.

El matrimonio es una aventura única e irrepetible, que, con ingenio y creatividad, jamás dejará de generar interés. Claro, todo a condición de vivir en una constante maduración, sin esperar que se detenga sólo porque una de sus etapas nos gustó más que otra.

San Pablo nos invita: «En cuanto al amor mutuo [...] les exhortamos, hermanos, a que sigan progresando más y más» (1Ts 4, 9-10). Más y más. ¡Sin límites!

Sin límites significa que está en manos de Dios, única realidad ilimitada. Por eso el papa Francisco nos recuerda: «El amor que no crece comienza a correr riesgos, y sólo podemos crecer respondiendo a la gracia divina con más actos de amor, con actos de cariño más frecuentes, más intensos, más generosos, más tiernos, más alegres.»

Jamás descuiden los pequeños gestos que expresan y consolidan su amor. ¡No seamos parcos en generarlos! ¡Cuantos más mejor!

Como recomienda constantemente el Papa, en todo matrimonio feliz es necesario usar siempre tres palabras: permiso, gracias y perdón.

«Permiso» para respetar la intimidad y libertad del otro. Para dejarle su espacio y permitirle desarrollarse plenamente.

«Gracias», para reconocer el esfuerzo de mi cónyugue en tantas y tantas áreas. Para estimularla en su entrega generosa.

«Perdón» para aceptar que no se es perfecto, pero que, trabajando juntos, se pueden alcanzar los más altos grados del amor.

No utilicen el silencio como arma de reproche o de indignación. Estas tres palabras -permiso, gracias y perdón- son un camino para hacer crecer siempre su amor.

En el matrimonio sucede como con el buen vino: mientras más maduro, de mayor calidad. ¡Lo mejor siempre está aún por venir! No duden jamás de eso. Porque, aunque no existen las familias perfectas, todos podemos construir un matrimonio más feliz cada día.

P. Adolfo Güémez, L.C.

www.padreadolfo.com

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