:: Desafiar el Tiempo ::
“Y el hijo, mirando la relación de sus padres podía ver lo que significaba entregarse con sencillez en las circunstancias cotidianas e intuir la grandeza del matrimonio como donación en una relación definitiva, que desafía el tiempo y el espacio, fiel, exclusiva y abierta a la vida.”[1]
¿Soy consciente de la grandeza que posee mi matrimonio?
Dirán hoy tantos, ¿cómo es posible que dos personas se comprometan a vivir no sólo juntas, sino plenamente felices durante toda la vida?
El matrimonio es un desafío al tiempo y al espacio. ¡El pacto de los esposos rompe las leyes de la física!
¿Por qué?
Porque el amor es una promesa de eternidad. ¡Promete lo infinito! Ese amor es el que todos anhelamos: querer y ser queridos eternamente. Hoy, mañana, dentro de 40 años…toda la eternidad.
Y eso dice el cuerpo en la entrega total: “¡Tu no morirás!” “¡Es bueno que existas!”
El amor da vida, sentido, rumbo…
Si a esto añadimos el “poder inmenso que tiene el acto sexual, es decir, la posibilidad de que otro ser humano llegue a la existencia”, no podemos menos que SORPRENDERNOS Y AGRADECER.
Sorprendernos porque la unión íntima de los esposos no es cualquier cosa; no se compara con nada. Por eso tiene un lugar especial en su vida conyugal, por eso hay que valorarla. Por eso hay que vivirla como merece su grandeza, lo más humanamente posible, es decir, como gesto del amor total, fiel, libre y fecundo que nos prometimos ante el altar.
También es bueno agradecer esta unión íntima. Pero sólo agradecemos cuando descubrimos el valor que tienen las cosas y… cuando sabemos a quien agradecer.
El mismo Creador que te hizo mujer o varón creó a tu cónyuge para ti y creó la unión sexual como regalo, como una imagen de Su Amor. El mismo Creador que te regalo en los hijos el don más grande de tu matrimonio. Este Padre bueno, es quien regala continuamente la vida, y con ella, la capacidad de decir SI hasta que la muerte nos separe.
Y cuando por la enfermedad, el cansancio o los disgustos te encuentres un tanto abatido(a), recuerda que Dios, - ante quien prometiste tu amor - es FIEL; hoy, mañana… dentro de 40 años… toda la eternidad.
Elena y Humberto
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[1] González Rico, N., (2014), La Misericordia en la Educación Afectiva y Sexual, Madrid: Ed. Cepe.