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:: Se hace camino al andar... ::


¿Quién se iba a imaginar qué camino iba a tomar nuestra vida cuando nos casamos?

Por más planes que uno tenga, por más organizado que uno esté, por más objetivos que tratemos de ser: la realidad siempre supera a la ficción.

El camino del matrimonio se debe recorrer con pasos lentos, pero firmes. No sirve de nada avanzar de manera rápida si a la mitad del trayecto nos damos cuenta de que por ir a una gran velocidad, perdimos detalles y señales que nos indicaban cuál era el mejor camino para seguir adelante.

El matrimonio es un un camino de alto riesgo que requiere de todo nuestro cuidado desde el momento de la planeación, hasta el último instante en que lleguemos al final de nuestra vida juntos.

Por supuesto que desde el proyecto necesitamos cuidar con que persona vamos a caminar toda la vida y tengamos mucho cuidado y no pensemos que al casarnos, con nuestro amor, lograremos cambiar los defectos de nuestro compañero o compañera, eso no sucede. Los defectos se trabajan y se pueden mejorar pero con la voluntad de la persona.

En nuestro andar pasaremos grandes obstáculos, posiblemente nos quedemos sin gasolina y tengamos que parar, buscar y poner más combustible, podemos perder la ruta y necesitaremos un mapa para volver al camino y, sobretodo y muy difícil: muchísima paciencia para recorrer todo ese largo y complicado camino, pero que nos llena de satisfacciones y alegrías en muchos momentos.

Sólo la experiencia que vamos ganando en el viaje es la que nos irá ayudando a encontrar la mejor manera de llegar juntos hasta el final.

No perdamos de vista el faro, que al final el camino, como dice la canción: se hace al andar.

Paloma Liñero

www.caminandojuntos.net

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