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Hace algunos años, mi abuela me dijo: “Mi reina, a veces las mujeres somos las peores enemigas de las mujeres.”
He visto durante mi vida pruebas que comprueban su dicho, sin embargo, pensé que todo este tipo de “confrontaciones” estaban superadas desde el momento en que me convertí en mamá.
Creí que desde ese momento pasaba a ser parte de una red de solidaridad que hacía que nos apoyáramos las unas a las otras. Con tristeza, me he dado cuenta que esto muchas veces, no es cierto.
Desde que soy mamá y más ahora que mi hijo está creciendo y es parte de una escuela, de equipos deportivos, he aprendido que para el mundo y las demás mujeres o eres buena madre o mala madre. Punto. Así de claro. Así de crítico. Así de fuerte.
En todo este tema de madres e hijos, existen varios temas delicados: la lactancia materna, el ser ama de casa o salir a trabajar, lo diferentes tipos de educación que se pueden adoptar y miles de cosas que son sujetas a discusión y la verdad es que no entiendo la razón de tanta opinión en asuntos tan personales.
En esto de la educación, la intolerancia, los juicios y la competencia están a la orden del día. Lo triste de todo esto es que somos las propias mujeres las que criticamos a otras mujeres, nos metemos el pie en lugar de tendernos la mano. ¿Se imaginan la fuerza que tendríamos si todas fuéramos una?
Creo que cada niño viene con un carácter, emociones, vivencias y temperamento que lo hacen único y especial. Incluso dentro de una familia, no se puede tratar siempre igual a los hermanos. A cada uno se le aplican reglas distintas.
Mi hijo es distinto del tuyo, por lo tanto no te asustes o me critiques si me guió por reglas diferentes. Yo al igual que tú, hago lo mejor que puedo con lo que tengo.
Así que si algún día crees que estoy equivocada y te atreves a juzgarme recuerda: Que no lo haga como tú, no quiere decir que esté mal o que no ame a mi hijo.
Mamás, debemos aprender a respetar nuestras experiencias individuales. Seamos empáticas, compasivas, solidarias y amables. Cuando nos debemos cuenta que estamos en el mismo equipo y que todas estamos jugando el mismo juego todo será más sencillo.
Por encima de todo, recuerda que los niños son niños, así como lloran, sonríen, así como arrebatan, comparten, así como pegan, abrazan, así como gritan... escuchan. Dicen que nuestros hijos aprenden del ejemplo, así que vayan dándose cuenta del ejemplo que ya les estamos dando al juzgarnos de esta manera. Enseñémosles de amor y compasión, no de juicios y críticas.
A ti mamá que me entiendes: defiende por encima de todo a tu hijo y después, tú derecho de tener una maternidad plena y feliz.
Espero que algún día sepamos vivir en paz y aprender a respetarnos unas a otras.
ALONDRA RAMÍREZ www.caminandojuntos.net